Te amé, pero bajo mi propio lenguaje de amor (carta a mi ex)

No te ofrecí ni te di nada de mi, pero sí te lo compartí todo.

Quizás pienses que no te amé. Bueno, quizás no lo hice, pero te respeté. Sí, quizás no te amé, pero confié en ti y adoraba tu compañía. Me fascinaba tu locura, deseaba tu cuerpo a más no poder. ¿No te amé?, tal vez, pero te quise en cada uno de mis días. ¿Entonces?.. sí, quizás no te amé, pero no como la gente y tú esperaban que lo hiciera, ya que no te poseí, no te reprimí, no te sometí… ni mucho menos destruí tu libertad de ser. Te acepté tal cual y como eres, por lo que podría decir que sí te amé, pero como yo deseaba hacerlo, bajo mi propio lenguaje. Y hasta el día de hoy me lamento que no lo hayas entendido.

No me importaba tu profesión ni tu estatus social… me importa que seas auténtica. No me importaba las cosas que tenías o la forma en cómo vestías… me importa que te quisieras y que te aceptes tal cual y como eres. Me importa que seas independiente de mi, ya que tarde o temprano la vida nos iba a separar, y me hubiese gustado que estuvieras lista para ello. Jamás te pedí tu amor ni tu corazón ni tu vida ni tu felicidad… jamás pedí nada de eso, ya que no me debes nada ni yo a ti tampoco. No nos debíamos ningún tipo de culto en honor al amor. Por lo que, jamás te pedí que me entregues todo de ti, aunque sí que me lo compartieras, ya que eso es lo que siempre hice yo contigo: no te di nada, pero sí te lo compartí todo… y también estaba dispuesto a todo por ti. 

Fui feliz contigo. Sí, lo fui, aunque la felicidad que me ofrecías no me daba paz, por el contrario, me generaba conflictos, dado que mi tranquilidad no le gustaba a tu imaginación. La felicidad que me ofrecías le daba un sabor agrio a mi soledad. Un sabor al cual tú estabas acostumbrada, pero yo no, dado que tu soledad te causaba temor; en cambio, a mi me causaba amor propio. Amor que poco a poco perdía por atender tu desconfianza. La felicidad que me ofrecías me quitaba libertad. Libertad de ser yo, de poder expresarme, de poder sentir, de poder apreciar, de poder vivir, de poder amar bajo mi propio lenguaje. Mi libertad era mi más grande tesoro… que me arrebataste al querer poseerme, al querer complacer a tu inseguridad. Fui feliz contigo, pero más feliz lo soy conmigo mismo. Por eso ahora me elijo, por amor y respeto a lo que soy y seré sin tus cadenas.

Y ahora que sabes todo eso… cuando estés lista date la oportunidad de empezar otra vez con un nuevo amor, pero uno que te ame con locura. Uno que ponga a prueba lo que eres y en lo que te has convertido. Un amor bueno. Un amor bonito. Uno que te cueste esfuerzo, dedicación, trabajo. ‎Uno que te robe la atención con cada suspiro. Un amor que sea tu refugio. Uno libre y de complicidad. Uno de pasión y perversión. Un amor completo, con virtudes y defectos, fortalezas y debilidades, es decir, uno auténtico y real. Uno que te apoye, que te empuje y te motive a desarrollarte, a crecer, a ser mejor.‎ Un amor sin condiciones y sin límites. Uno que sobregire tu sentido de comprensión, tu paciencia, tu empatía y que se burle cada día de tus conceptos de amor. Búscate uno que ame tus imperfecciones, tus complejos, tus sin razones, tus miedos y tus locuras. Un amor que llore contigo, uno que desnude su alma ante la tuya. Uno complejo, pero no complicado, sencillo, pero no simple. Un amor de paz con el que puedas librar tus más grandes batallas.‎ Búscate un amor, un amor que te merezca. Y espero que esto sí lo entiendas.