¿Y si vuelves a ser un niño?

Tú ya fuiste feliz, solo te hace falta recordarlo.

¿Y por qué no? ¿Qué tendría de malo? De niños eramos felices, vivíamos para vivir; sin condiciones, sin estereotipos, ni expectativas. No existía el odio, el rencor, ni el resentimiento. No cargábamos con culpa propia ni ajena. Éramos los perfectos soñadores. Éramos los dueños del mundo… hasta que llegó el día que conocimos como realmente era el mundo y esa felicidad se terminó.

¿Y si nos olvidamos de él? ¿Si nos olvidamos del mundo entero? Al menos por un momento, olvidémonos que hay expectativas que cumplir, cuentas por pagar, responsabilidades que asumir. Olvidémonos de nuestro ego, sólo así nos olvidaremos del mundo… Al menos por un día manda todo al diablo sin importar nada. Créeme, todo seguirá igual cuando vuelvas.

Vuelve a ser niño y aprende de él, aprende a vivir. Solo ese niño que fuiste te puede enseñar a usar tu más grande don en esta vida: existir. Solo ese niño te hará disfrutar del día sin un antes ni un después. Te hará valorar el momento, hará de tu presente perfecto… que es tu más grande tesoro.

¡Tú ya fuiste feliz!

Sí, lo fuiste, solo que olvidaste como serlo por tratar de ser el mejor en todo. No obstante, volviendo a ser niño lo recordarás, volverás a ser feliz, y te darás cuenta que es más sencillo de lo que crees. Te darás cuenta que el gran error que cometiste en tu vida fue acondicionarte, adaptarte, someterte… a otros. Fue ahí donde se destruyó tu felicidad, el hecho de vivir para otros y no para ti mismo. El hecho de cumplir metas comunes, de llegar a un destino, de satisfacer un fin… y de no disfrutar del proceso.

Olvidaste que es más importa el viaje que el destino. Que más importa el aprendizaje que el resultado. He ahí el secreto del niño feliz que fuiste, ser ignorante, ya que sólo siéndolo uno se mantiene en el viaje constante del eterno aprendizaje. Vuelve a ser un niño y nunca más volverás a ser adulto.

Si ese niño que fuiste se topara con la persona que eres ahora, ¿qué pensará de ti?